3.1. El impacto de la brujería en la
Europa Moderna
Para
acercarnos al fenómeno de la brujería, tenemos que entender el problema, ya que
fue un hecho generalizado en todas las naciones europeas. Estas sociedades
creyeron en la existencia de estas personas con poderes sobrenaturales, aliadas
del diablo. Había una misoginia latente que explotó en ese momento ya que entre
el 80-85% de las víctimas fueron mujeres. Había una serie de arquetipos según
el género: el cazador de brujas era siempre un hombre y la bruja cazada una
mujer. Su mayor número de víctimas las tuvo en el Sacro Imperio Alemán (con
unas 50000). La caza de brujas comenzó en el Renacimiento, tuvo su momento
álgido con las guerras de religión para empezar a declinar en la segunda mitad
del siglo XVII.
La
característica de la brujería es el pacto diabólico, una forma de rebeldía ante
Dios, que se difunde a través de las universidades por los eclesiásticos.
Estallan por las ciudades revueltas y rebeliones que desatan una gran
conflictividad social. Cada vez se tenía mas miedo a la demonización de la
sociedad, la angustia ante la salvación, la incertidumbre en el más allá,…
3.2. EL mundo de las maléficas
Para definir
a la bruja, hay que tener en cuenta dos elementos: uno de carácter empírico, la
práctica de la magia negra; y otro de carácter teórico. El pacto diabólico y
trato con el demonio. Magia y demonismo eran los requisitos para acusar a
alguien de brujería.
El
estereotipo de la bruja era una mujer fea, vieja, marginada socialmente, con
conducta reprobable, desengañada y rencorosa, que lanzaba amenazas y que estaba
sola y aislada.
3.3. Buscando brujas
desesperadamente
Fue la
iglesia medieval con la Inquisición y edictos papales quien alertó a la
sociedad sobre la existencia de brujas. Se pedía la colaboración de las
autoridades civiles y eclesiásticas. Las autoridades utilizaron la caza de
brujas como la válvula de escape de la conflictividad social aunando a la
comunidad en la persecución de un enemigo común. Muchos historiadores, por
esto, culpan a las elites políticas de haberse servido de la caza para desviar
la energía revolucionaria latente.
3.3.1 Acosadores, delatores y cazadores de brujas
Hay que
distinguir dos grupos de gente que de manera convencida y voluntaria se presto
a colaborar en el acoso a determinadas personas. Pertenecían a todos los grupos
sociales: las elites intelectuales aportaron las claves del fenómeno y
escribieron manuales para concienciar a la gente y ayudarles a descubrir todo
tipo de sospechosos y los miembros del pueblo llano denunciaban a otras
personas como medio de desahogar sus odios en forma de venganza privada.
Los clérigos formados en una religiosidad crédula, donde abundaba
la superstición y la ignorancia, crearon un ambiente de histeria y fanatismo
que fue avivado por juristas del siglo XVI, por luteranos, calvinistas y
puritanos de la Reforma y por las nuevas órdenes religiosas de la
Contrarreforma.
Los jueces canazalizaron el mensaje demonólogo utilizando el
aparato de represión de la justicia en el sentido más riguroso, empleando la
tortura en la mayoría de los casos. Estos jueces junto a juristas e
inquisidores recorrían las sociedades campesinas y las ciudades buscando
brujas, en su búsqueda encizañaban las relaciones de estas comunidades
explotando los odios internos, provocando falsas acusaciones.
En el caso de los intelectuales no solo los más tradicionalistas
asumieron el discurso demonológico, si no que reputados científicos como R.
Boyle, padre de la química moderna, interrogaba a los mineros sobre cómo eran
los demonios de interior de las minas o políticos como J. Bodino que manifiesta
en una de sus obras creer en brujas y demonios y también en sus maleficios.
También hubo intelectuales como R. Scot que escribió planteando
una revisión de la brujería y pidiendo suavidad en el trato hacia los acusados,
alegando que eran víctimas de la intolerancia social, en esta misma línea
escribieron Mainz Cornelio Loos y Pedro de Valencia entre otros.
Otros, aprovecharon la situación e hicieron de la caza de brujas
su oficio; entre ellos hubo algunos famosos que tenían una gran capacidad de
convicción sobre las gentes, manipulando el sistema legal para encontrarlas,
buscaban marcas del demonio y cuando las encontraban persuadían a los demás
para que también lo vieran y si no podían utilizar la tortura con el acusado se
las ingeniaban para que de una forma u otra confesase. Entre ellos podemos
destacar a M. Hopkins apodado el general busca brujas, que con su ayudante John
Stearne aplicaron tortura y perjurio y denunciaron a multitud de brujas lo que
en pocos años le proporcionó una gran fortuna.
Los niños fueron utilizados como testigos frecuentemente, se
pensaba que serían sinceros y espontáneos a la hora de decir la verdad, pero
esto no fue así debido a la crueldad infantil. Un ejemplo de esto es el caso de
las brujas de Salem, en el que las acusantes eran niñas de nueve y quince años,
años después confesaron que todo había sido un montaje hecho por diversión para
evitar el aburrimiento que padecían.
3.3.2 Las perseguidas, denunciadas y cazadas por brujas
Entre un ochenta y un noventa por cien de las personas acusadas
de ejercer brujería fueron mujeres. Entre estas mujeres encontramos mendigas,
braceras, curanderas, sirvientas, vendedoras de objetos ínfimos, personas
marginadas, resentidas, amargadas, pobres, odiadas pro sus vecinos, enfermas,
locas, ricas o prostitutas.
3.4 Cronología y geografía
de la caza de brujas
Su inicio corresponde a los albores de la modernidad, alcanzando
sus mayores cotas durante el Renacimiento y el Barroco, empieza a desaparecer
en el siglo de las Luces.
B. Levack propone la siguiente cronología:
- 1375/1435: aumento de los procesos, pasándose de acusaciones de hechicería a demoníaca; la creencia de las brujas alcanza a los intelectuales, apareciendo gran cantidad de publicaciones sobre demonología y brujería.
- 1550/1550: se reducen el numero de procesos, se interrumpen las ediciones sobre este tipo de obras gracias a los humanistas, que combatieron la creencia en las brujas, y a la aparición de la Reforma distrajo la atención sobre ellas.
- 1550/1560/1570: periodo del estallido masivo de la caza, en un ambiente de pánico colectivo provocado por las guerras de religión, agitaciones sociales, sublevaciones políticas… aprobación de leyes sobre brujería en Alemania, Escocia e Inglaterra, reimpresión del Malleus Malleficarum .La Contrarreforma Católica y el calvinismo coinciden con la represión.
- 1580/1650 periodo de juicios masivos contra las brujas que se traduce en cientos de ejecuciones por todas partes.
1650/1700 remite el fenómeno en
todas partes.
Los primeros estudios insistieron en el carácter montañoso de la
brujería, Alpes y Pirineos, en el seno de comunidades muy aisladas del
exterior, retrasadas y temerosas ante todo lo desconocido. Otros estudios hacen
coincidir la persecución con la Europa más densamente poblada, la más dinámica
económicamente y la más urbanizada. Realmente la brujería es un fenómeno
esencialmente rural y solo de manera tangencial afectó a las comunidades
urbanas.
En el Sacro Imperio se registra el mayor número de ejecuciones,
se calcula que la mitad de las víctimas acusadas de brujas en Europa eran
alemanas, donde los magistrados ejecutaron al cien por cien de las
sentenciadas; la persecución fue muy temprana, comenzada a mediados del siglo
XV después se agudizó con la implantación de la Reforma y la Contrarreforma. En
Lorena también hubo una caza intensa entre 1580 y 1630; en las posesiones de
los Austria se dio también un alto porcentaje de cazadas. En Suiza la cantidad
de procesos varía de unos cantones a otros. Hungría conoció la caza de brujas,
pero de forma moderada. El periodo álgido de las persecuciones fue tardío.
Francia tuvo una intensa caza en la edad media tardía, en el
curso de las guerras de religión y durante el siglo XVII tuvo numerosos casos
de posesión; la brujería era un fenómeno rural limitado al norte, noreste y
sudoeste. La caza de brujas encontró la cooperación del gobierno absolutista y
la iglesia contrarreformista. Desde 1600 el parlamento de París con
jurisdicción sobre todo el país, frenó los procesos por brujería en contra de
los intentos de jueces y cleros locales.
En Inglaterra no hubo demasiadas ejecuciones, la mayor parte se
dieron durante el reinado de Isabel I, y durante la primera revolución, cuando
el poder central se vino abajo y las tensiones sociales y políticas llegaron a
su culminación. Enrique VIII dictaminó que todos los casos de hechicería o
brujería fueran juzgados por tribunales comunes o por el Consejo Privado, pero
en 1563 la promulgación del Estatuto de Persecución de la Brujería significa el
inicio de una altísima represión, en parte también porque las brujas fueron
asociadas con los enemigos de la reina, y a ellas se acusaba de todas las
conspiraciones, religiosas o políticas; el estado tomo las riendas en el tema y
a comienzos del siglo XVII podemos encontrar dos posturas: los grupos populares
expresan un tremendo odio contra las brujas mientras la justicia se muestra más
cauta y flexible, no dando demasiada credibilidad a los hechos. La llegada de
Jacobo Estuardo al trono inglés aceleró el proceso, ya que era un ferviente
cazador de brujas, se le responsabiliza de haber introducido las teorías
demonológicas que se habían elaborado en el continente en Inglaterra y
endureció la legislación. Con Carlos I hay una cierta calma, pero en los años
de la revolución y la guerra civil se da de nuevo una feroz caza, a partir de
la Revolución Gloriosa podemos decir que se inicia el ocaso de las
persecuciones.
En Escocia, Jacobo VI refrendó la caza de brujas y el 80% de las
acusadas fueron mujeres pobres y viejas o de mediana edad residentes en zonas
rurales.
En Irlanda hubo pocos procesos ya que no se desarrollaron las
teorías diabólicas.
En Islandia hubo ciento veinte procesos por brujerías y de ellos
únicamente veintidós ejecuciones; lo peculiar es que solo hubo mujeres entre
los acusados.
En los países escandinavos el proceso fue más tardío, siendo
Dinamarca el país que antes acabó con ella; el estado danés se dotó de un
cuerpo legal en 1547 que sólo autorizaba a considerar delaciones de brujería
que habían sido realizadas por personas honradas, aunque aceptaba el empleo de
tortura, la represión fue instigada por el clero luterano y el 90% de las
acusadas fueron mujeres. Noruega solo creía en la hechicería pero la llegada
del clero luterano introdujo las ideas sobre el pacto diabólico, dando paso al
delito de brujería, el 80% de las acusadas fueron mujeres. Suecia también creyó
únicamente en la hechicería hasta la difusión de las teorías demonológicas por
el clero luterano, empezando una temprana caza de brujas, para la que se
introdujo la tortura en el sistema legal, se dispuso de niños como testigos
principales o cazadores de brujas, de manera que aunque hasta 1605 el número de
ejecuciones fue pequeño, desde 1660 aumentó muchísimo; las mujeres representa
el 90% de las ejecuciones, pero no marginadas o pobres, sino mujeres relevantes
en la localidad. En Finlandia se da la particularidad de que el prototipo de
brujo era hombre y solo en la segunda mitad del siglo XVII el porcentaje de
mujeres se elevo hasta el 65%.
En Polonia no se creyó en el carácter diabólico de las brujas
hasta el siglo XVI, fue un fenómeno esencialmente urbano, donde casi todas las
acusadas acabaron en la hoguera empleándose masivamente la tortura, hasta tal
punto que el propio clero condenaría la ferocidad de las persecuciones.
Rusia no conoció una persecución intensa ya que nunca se
aceptaron las teorías demonológicas y siempre fue un delito masculinizado ya
que el 70% de las acusaciones recayó sobre hombres.
En España la inquisición consideraba la brujería una forma de
superstición y no un trato con el diablo, por lo que se mostro cautelosa en sus
sentencias y no tan sangrienta como siempre se ha pensado; el proceso más
famoso se dio entre 1609-1614 en el territorio vasco-navarro, los acusados de
brujería llegaron a ser 5000, pero muy pocos acabaron en la hoguera.
En Portugal hubo muy pocos casos de brujería, debido al
escepticismo de los inquisidores y jueces, y la gran mayoría de los casos
fueron tramitados por la autoridad civil.
En Italia solo hubo caza de brujas en las zonas alpinas,
subalpinas y en Venecia, así como algunos brotes aislados en Milán y Sicilia.
La inquisición romana, muy escéptica, no permitió grandes abusos ni
arbitrariedades en este tema.
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ResponderEliminarAnte todo, y siempre bajo nuestra opinión, debemos decir que se trata del tema más interesante de los que hemos podido disfrutar. Es quizás el tema más ameno y no por eso menos importante de todos los trabajados por compañeros de clase.
EliminarLos resultados plasmados en este blog esconden sin duda lo que debió ser un duro trabajo de investigación entre numerosas fuentes documentales.
El blog gracias a una expresión fluida se hace fácil de leer, lo cual se agradece, y junto con su buena estructuración y lo atrayente de su diseño, hace que para nosotros sea uno de los blogs mejor elaborados.
Grupo VI: educacionenlaedadmoderna.blogspot.com.es